¿Qué es la
discriminación y cuando es justo hacerlo?
1.
Sentidos de la palabra “discriminación”
Discriminar viene del latíndiscrimen, derivado
dediscernere, separar, dividir. María Moliner, en su
Diccionario de Uso del Español, señala que la primera acepción es “diferenciar,
discernir, distinguir. Apreciar dos cosas como distintas o como desiguales”.
Por tanto, quien raciocina, discierne, distingue u ordena, necesariamente
discrimina.
Ese sentido originario fue siendo
substituido por otro peyorativo, como explica María Moliner: “acepción
recientemente aceptada por la Real Academia para la inclusión en el Diccionario
(…) Específicamente, dar trato de inferioridad en una colectividad a ciertos
miembros de ella, por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”
2.
¿Cómo evolucionó este concepto de discriminación? Así, el
criterio de “no-discriminación” dejó de ser objetivo: la existencia de
cualquier jerarquía es considerada como un intento de disminuir a otros; renace
la idea socialista según la cual toda diferencia hace sufrir al inferior,
aunque éste sea tratado dignamente; y, para evitar tal sufrimiento, habría que
suprimir toda desigualdad.
Daniélle Lochak, de la Universidad de
Nanterre, proclama este prejuicio al afirmar que toda jerarquía es ilegítima y
arbitraria, pues cualquier distinción implica tratar mal al inferior:
“Discriminar, en el lenguaje corriente, ya no es más simplemente separar, sino
separar jerarquizando, tratando más mal a aquellos que precisamente serán
llamados víctimas de una discriminación. El adjetivo ‘discriminatorio’ designa,
así, exclusivamente un comportamiento o un acto que tiende a distinguir un
grupo humano o una persona de los otros, en su detrimento La discriminación es
la distinción o la diferencia de trato ilegítima: ilegítima porque arbitraria,
y prohibida por ser ilegítima”.[1]
Según eso, los menos favorecidos son
discriminados por el nacimiento o por la vida, y la sociedad debe corregir tal
desventaja. Lo afirma Michael Banton, del Comité de la ONU para la eliminación
de la discriminación racial: “La desventaja es frecuentemente transmitida de
una generación a la otra. Puede crear imágenes desfavorables de ciertos grupos
y éstas pueden, a su vez, ser causa de una desigualdad de trato. Habrá entonces
discriminación, aunque no sea percibida como tal”.[2]
3.
Las nuevas minorías privilegiadas Se cuentan también entre las
víctimas quienes son excluidos de los “espacios simbólicos”, o sea, de los
valores culturales aceptados por la sociedad, por practicar estilos de vida
“alternativos”, contra las normas vigentes: drogadictos, travestís, homosexuales,
prostitutas, etc. [3], a quienes entonces se procura promover.
Tal criterio absurdo de
“no-discriminación” que favorece a esos “grupos minoritarios”, para compensar
la desventaja de que serían víctimas, en el fondo los transforma en una clase
privilegiada, no en razón de sus méritos, derechos, necesidades o roles en la
sociedad, sino por causa de sus desviaciones morales, transformándolos en
agentes de la degradación.
4.
Pascal Allende y la nueva lucha de clases Así, el
concepto marxista de “explotado” va siendo sustituido por los de “postergado”,
“excluido” y “marginado”, los cuales incluyen a todos los que de algún modo se
creen menos beneficiados por la sociedad, por encontrarse en una posición
inferior, aunque sea digna.
Es lo que señala Andrés Pascal
Allende: “estamos empezando a vivir un proceso en que se va a producir una
confluencia de organizaciones sociales, políticas que van a tender a generar
una nueva corriente de movimientos revolucionarios en Chile (…)”. [4]
5.
La nueva “lucha de clases” promovida por la Concertación En este marco de la nueva lucha de clases, se entiende por qué el
diputado Nelson Ávila dijo en la Cámara que la existencia de colegios
particulares pagados constituye una discriminación, puesto que por razones de
tipo económico no todos pueden acceder a ellos. En el mismo sentido se
pronunciaron los diputados Velasco (DC), Valenzuela (PS), Gutiérrez (DC) y
Letelier (PS) [5]. Para ellos, aunque todos los niños estudien, si algunos
reciben una educación mejor, es una discriminación intolerable.
Asimismo, para Jaime Aymerich,
profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, la
jerarquía social tradicional revelaría un “racismo de la desigualdad”, que
“asociado a la división de la sociedad en clases sociales y sus modalidades de
estratificación social”, “genera prejuicios de raza fuertemente imbricados con
los prejuicios de clase”.[6]
El mismo rechazo a la existencia de
una clase tradicional aparece en las palabras de Jorge Arrate, ex Ministro
Secretario General de Gobierno, en uno de los Foros sobre discriminación: “Una
sociedad sin discriminación es una utopía, pero hay que intentar acercarse a
ella. Y una de las cosas que hay que hacer es desenmascarar. Por ejemplo, un
país donde según las encuestas se discrimina a los que no son rubios y que, por
lo mismo, discrimina a la mayoría, [es] un país que se discrimina a sí mismo.
Lo que indica que unos pequeños grupos de personas imponen una hegemonía en el
modo de ser, en la manera de pensar, con cosas tan absurdas como preferir a
mujeres rubias y no morenas para un trabajo. Tenemos que propender a sancionar
las discriminaciones por edad, las de clase social, las de género, las de lugar
de residencia que se dan muy fuertes en el mercado de trabajo”.[7]
Igual retórica usa Francisco Estévez,
para quien “en Chile el racismo asocia el color de la piel a un status
socioeconómico”, pues “a las personas que están cerca del biotipo nórdico las
oportunidades les resultan más asequibles que a quienes, en sus rasgos
fisionómicos, se aproximan al biotipo indígena”[8], mientras el diputado
Navarro afirma que “en Chile hay discriminación, pero no como la de Europa”,
pues “aquí es oculta, inconsciente, silenciosa”.[9]
Como se ve, pese al fracaso mundial
de la utopía socialista, quienes la impulsaban no renunciaron al igualitarismo
radical, pues en toda forma de distinción, aunque sea legítima y proporcionada,
ven un perjuicio o una injusta discriminación.
[1] Daniélle Lochak, “Réflexions sur la notion
de discrimination”, in Droit Social, N° 11, Noviembre de 1987, pág.
778 [2] Coloquio ” Exclusión, igualdad ante la ley y no
discriminación”, Secretariado General del Consejo de Europa, p. 34[3] Consejo
de Estado francés, Informe Sur le principe d’égalité, La Documentation
française, 1997, pág. 45[4] Revista “Rocinante”, Año III, N° 19, Mayo 2000,
pág. 17.[5] Legislatura 341, 5 de Octubre de 1999[6] Seminario ¿Intolerantes y
discriminadores? Diálogo académico y social, Ministerio Secretaría General de
Gobierno “ División de Organizaciones, Departamento de Estudios, Santiago,
Enero 1999, pág. 25[7] Ibídem, pág. 16
[8] Revista ” Mensaje”, N° 483,
Octubre de 1999, pág. 481-33
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