A veces tenemos que
perdernos antes de encontrar la dirección correcta. Doblamos a la izquierda
cuando deberíamos doblar a la derecha, decimos que sí cuando deberíamos decir
que no, nos quedamos cuando deberíamos irnos y nos hacemos a un lado cuando
deberíamos involucrarnos.
El día
domingo 22 de mayo del presente año,
nuestro pastor Eduardo
Tapia, Nos compartió el mensaje de nuestro Señor, en medio de una celebración bendecida, en nuestra
iglesia CEIM-Quillota, donde el mensaje
compartido fue el siguiente:
Un mes después de la
festividad de la Pascua hebrea, hace su aparición una fiesta llamada la
“segunda Pascua”. Es hora de una segunda oportunidad.
En el día previo a la
Pascua se traía al Templo el cordero pascual para ser ofrendado. Toda persona
que había entrado en contacto con un muerto y se había vuelto ritualmente
impuro no podía traer esta ofrenda. Tampoco podía hacerlo quien estaba
demasiado lejos como para llegar al Templo a tiempo.
Pero había un problema.
Esos ciudadanos también querían participar de este servicio sagrado tan
importante. Querían ser parte de algo mayor a ellos mismos, algo que los
conectara con la comunidad y con Dios, por lo que se acercaron a Aarón y a Moisés
y dijeron: “¿Por qué deberíamos ser marginados y no tener la oportunidad de presentar
la ofrenda a Dios, así como el resto de Israel?”.
Moisés, en una actitud
humilde y de siervo, le preguntó a Dios qué hacer y Él contestó que toda
persona que esté contaminada por un cadáver o en un camino distante, tanto
ahora como en las generaciones futuras, preparará una ofrenda de Pascua para
Dios. La prepararán en la tarde del día 14 del segundo mes conforme a todas las
leyes y ritos que correspondan (Números 9:6-12).
Dios dijo: les daré una
segunda oportunidad a pesar del estatus de impureza, a pesar de la condición
actual. Cuando hagan lo necesario para revertir ese estatus, cambiaré las
reglas. Esperaré hasta que estén preparados.
Pero, ¿cómo podemos
relacionarnos con las ideas de estar ‘contaminados por la muerte’ y ‘viajando
por un camino distante’ hoy en día? La verdad es que estos términos apuntan a
conceptos más profundos: un estado de ‘desconexión de Dios’ es un tipo de
muerte. Un ‘camino distante’ es un lugar en el que estamos alejados de quienes
se supone que debemos ser en realidad. Esto es algo con lo que la mayoría de
nosotros sí podemos identificarnos. Al estar ‘en contacto con la muerte’, al
estar ‘viajando por un camino distante’, desconectados de nuestra esencia y
nuestra fuente, tenemos la capacidad para cambiar la dirección y volver a casa.
¿Cómo? Accediendo a este
increíble regalo; el regalo de una ‘segunda oportunidad’.
¿Cómo sabemos si estamos
distantes de nuestra heredad, si estamos vagando y desconectados?
Una situación de
desconexión es un lugar en el que perdimos el contacto con nuestra esencia. En
este camino hay un abismo entre lo que somos de verdad y la persona en la que
nos estamos convirtiendo.
Cuando no somos la persona,
la pareja o el padre que deberíamos ser, a menudo, en algún lugar profundo de
nuestro ser, sabemos que estamos lejos de casa. Puede ser un sentimiento vago,
aislado y borroso. Puede ser un sentimiento explícito, pesado y robusto. En
todos los casos, a menudo lleva a confusión y a un estilo de vida robotizado.
A menudo, la desconexión es
consecuencia de vivir de manera inconsciente. Cuando dejamos que nuestros
condicionamientos nos guíen haciendo que nuestro camino no cambie nunca,
tampoco lo hará nuestro entorno. Tanto si es en relación a nosotros mismos como
con los demás, nos sentiremos desconectados de los senderos que llevan a
nuestra esencia.
Pero la vida nos da muchas
segundas oportunidades. Y cada vez que elegimos vivir con consciencia y pasar
del juicio a la compasión, de la apatía al interés, de la inactividad a la
actividad, comenzamos a reconectarnos y a viajar de regreso a casa.
Le invitamos a compartir
cada celebración con
nosotros en nuestra iglesia CEIM-Quillota, ubicada en Zorobabel Rodríguez #1615, población San Martin
Quillota.
Le esperamos ¡!!