Este
domingo vivimos un tiempo maravilloso, una ministración de parte de Dios a
través de las alabanzas y el mensaje, que fue impartido por el Obispo Justo
Codocedo, quien nos hizo encontrarnos con Jesús como el primer día que le
conocimos, quebrantó y estremeció nuestras vidas llevándonos a recordar qué
fuimos en el mundo y qué somos hoy en Jesús, viendo que cada día el mundo está
más bajo tinieblas.
El
mensaje fue el siguiente:
Hoy
en día ya no se sabe quién es amigo o enemigo, qué es blanco o qué es negro,
hoy en día todo es sospechoso, pues ha caído un manto de oscuridad sobre el
mundo.
Los
roles se han diluido, la ley de culto ha sido modificada, está pasando algo muy
extraño con la sociedad y en medio de todo esto, de toda esta oscuridad dice la
biblia: “vosotros sois la sal de la tierra” “vosotros sois la luz del mundo”
(mateo 5:13-16)
El
evangelio es hablar de la palabra, no de filosofía religiosa y es por eso que
hablar de Jesús se vuelve fascinante, el ir y hacer discípulos puede
convertirse en algo más glorioso que cualquier otra cosa.
En Lucas
17:11-19 hay una historia asombrosa que nos habla de un leproso que
quiso recibir salvación.
Los
leprosos eran personas a las que todos tenían que darles la espalda, debían
usar una túnica especial que tapara toda su inmundicia, y debían anunciar su
llegada a cualquier lugar gritando: ¡cuidado, soy inmundo, no se acerquen! Eran
personas despreciadas, personas que si tenían familia debían abandonarla, pero
el único que no les dio la espalda fue Jesús.
El
versículo 13 nos muestra cómo 10 leprosos clamaban pidiendo misericordia, ni
siquiera amor, solo misericordia. Misericordia que Jesús no negó y entrego
sanidad a cada uno. Todos recibieron sanidad, pero solo uno se devolvió a darle
honra a quién le sanó y por su corazón recibió salvación. Los 10 fueron sanos físicamente,
pero hubo nueve que seguían siendo leprosos en su alma. Solo uno hubo que quiso
recibir Salvación.
Una
persona no le recuerda a otra lo que ha hecho por ella, pero si lo hace es
porque ha habido ingratitud.
Es
muy necesario en este tiempo que estemos consiente en todo tiempo del milagro
que Dios hizo en nuestra vida y a través de ese recordatorio VOLVER a agradecerle todo lo que ha
hecho por nosotros.
le invitamos a visitar nuestra pagina en facebook CEIM-CHILE
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