CELEBRACION DOMINGO 12 DE FEBRERO DE 2017 CEIM-Quillota


Este domingo vivimos un tiempo maravilloso, una ministración de parte de Dios a través de las alabanzas y el mensaje, que fue impartido por el Obispo Justo Codocedo, quien nos hizo encontrarnos con Jesús como el primer día que le conocimos, quebrantó y estremeció nuestras vidas llevándonos a recordar qué fuimos en el mundo y qué somos hoy en Jesús, viendo que cada día el mundo está más bajo tinieblas.
El mensaje fue el siguiente:
Hoy en día ya no se sabe quién es amigo o enemigo, qué es blanco o qué es negro, hoy en día todo es sospechoso, pues ha caído un manto de oscuridad sobre el mundo.
Los roles se han diluido, la ley de culto ha sido modificada, está pasando algo muy extraño con la sociedad y en medio de todo esto, de toda esta oscuridad dice la biblia: “vosotros sois la sal de la tierra” “vosotros sois la luz del mundo” (mateo 5:13-16)
El evangelio es hablar de la palabra, no de filosofía religiosa y es por eso que hablar de Jesús se vuelve fascinante, el ir y hacer discípulos puede convertirse en algo más glorioso que cualquier otra cosa.
En Lucas 17:11-19 hay una historia asombrosa que nos habla de un leproso que quiso recibir salvación.
Los leprosos eran personas a las que todos tenían que darles la espalda, debían usar una túnica especial que tapara toda su inmundicia, y debían anunciar su llegada a cualquier lugar gritando: ¡cuidado, soy inmundo, no se acerquen! Eran personas despreciadas, personas que si tenían familia debían abandonarla, pero el único que no les dio la espalda fue Jesús.
El versículo 13 nos muestra cómo 10 leprosos clamaban pidiendo misericordia, ni siquiera amor, solo misericordia. Misericordia que Jesús no negó y entrego sanidad a cada uno. Todos recibieron sanidad, pero solo uno se devolvió a darle honra a quién le sanó y por su corazón recibió salvación. Los 10 fueron sanos físicamente, pero hubo nueve que seguían siendo leprosos en su alma. Solo uno hubo que quiso recibir Salvación.
Una persona no le recuerda a otra lo que ha hecho por ella, pero si lo hace es porque ha habido ingratitud.
Es muy necesario en este tiempo que estemos consiente en todo tiempo del milagro que Dios hizo en nuestra vida y a través de ese recordatorio VOLVER a agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros. 


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