Este
domingo El Obispo Justo Codocedo trajo el tremendo mensaje de Dios y nos
invitaba a decidir si somos solo creyentes o somos discípulos auténticos. El
mensaje fue el siguiente:
Hay
una gran diferencia entre un creyente y un discípulo, el creyente no tiene tiempo,
pero el discípulo escucha la voz del maestro que dice; ven y sígueme. ¡Y le
sigue! El discípulo tiene problemas en
el camino y el creyente tiene problemas de camino. El creyente escucha un ladrido y se asusta,
pero el discípulo escucha el rugido de un león y prefiere creerle al León de la
tribu de Judá y no teme. Un creyente calla y un discípulo no puede callar.
Mateo
era un creyente y estaba trabajando y su trabajo no era cualquier trabajo,
trabajaba para el estado, era un hombre de confianza para el estado y era un
trabajo el cual no podía abandonar, que podía ser encarcelado si lo abandonaba,
pero la voz del maestro al decirle “ven” fue mucho más fuerte que todo. Y Mateo
escribió su libro para que todo el mundo supiera que Jesús no era cualquier persona,
sino que era el rey de los judíos, pero Jesús no está de acuerdo con mateo ni
con los judíos porque Dios envía a su hijo para que sea el Rey de reyes y el
Señor de señores.
El
creyente cree en todo y quiere cantar, quiere tocar, quiere dirigir, pero el
discípulo ¡quiere seguir a Jesús! A
Jesús no le importaba cuanta gente creyera, él ¡quiere discípulos!
El
creyente cree en Jesús, pero no le reconoce como Cristo y el discípulo cree ¡que
el nombre que es por sobre todo nombre es Jesucristo!
Mateo 8:1 dice:
“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.”
Mucha
gente seguía a Jesús y aquí nos preguntamos por qué queda después solo con los
12, pasa que muchos le seguían por los panes y los peces, por los sueños personales
y luego hay decepciones porque le seguían por la razón equivocada, porque los
panes y los peces se digieren y se acaban.
Mateo 8:2 “Y he aquí vino un leproso y se
postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.”
El
leproso no tenía nada que perder, pero Jesús lo escucha. Como Naamán que era una persona muy importante,
pero era leproso, y Eliseo lo mandó a sumergirse 7 veces en el rio más sucio,
pero era para probar si era creyente o discípulo y lo hizo y fue sano.
Debemos dejar de ser creyentes para
ser ahora discípulos.
Si tú le preguntas a Jesús si quiere
usarte Él va a responder que Sí.
¡Quédate con Rey de reyes!
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