Éste domingo una vez más
Dios entregó un glorioso mensaje a través del Obispo Justo Codocedo y fue
maravilloso entender cómo Satanás quiere manipular nuestra vida a través de las
pruebas, pero Dios siempre nos saca en victoria!
El mensaje fue el siguiente:
Algunos piensan que la
vida se forma y toma valor por lo que se tiene pero no hay nada que pueda pagar
el precio de tu vivencia y te das cuenta que tu prójimo vale, vale mucho, vale
la sangre de Cristo.
Mateo quería probar que
Jesús es el Rey de reyes y el libro de mateo capítulo 8 del verso 23 al 27 nos
muestra claramente como lo hace.
“23 Y entrando él en la
barca, sus discípulos le siguieron. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan
grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25 Y vinieron sus
discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26 Él les dijo: ¿Por qué
teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y
al mar; y se hizo grande bonanza.
27 Y los hombres se
maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le
obedecen?”
Hay pensamientos que nos
dicen cómo enfrentar una tormenta pero realmente las tormentas nos hacen perder
el norte.
Los discípulos siguen a
Jesús y Jesús tiene la particularidad de estar donde está la ramera, donde está
el delincuente, donde están los enfermos, donde están los endemoniados, porque
Dios no vino a los sanos sino a los necesitados.
Mateo nos dice que era una
tormenta tan grande que nunca la habían vivido, tan grande que no sabían cómo
enfrentarla y ya no era una gracia estar en la barca, ya no era una gracia ser
cristiano, ya no era una gracia ser un hombre de fe, ya no era una gracia ser
mamá o ser papá porque venían problemas, ya no era una gracia porque se estaba
desmoronando todo lo que creían.
La tormenta no tiene oído
para hacerla callar, no tiene ojos para que nos vea y se detenga. Pero detrás
de la tormenta hay alguien y frente a la tormenta también hay alguien. Quien
está detrás de la tormenta te odia, tiene ojos y te ve, tiene oídos y te
escucha, y te dice ¡se acabó!, te dice que nunca más podrás sonreír, te dice
¿Por qué no te vas?, ¿Por qué no te separas?, ¿Por qué no lo insultas? Ese que
te odia te dirá ¡Mira! Ya no hay más oportunidad porque el que te ama duerme,
ése que te cuida está dormido y tu intelecto se llena de agua, tus sueños se
llenan de agua, tus planes se llenan de agua y
tu maestro duerme.
Pero hay alguien que está
frente a la tormenta, alguien que te ama, que tiene ojos y te ve, que tiene
oídos y te escucha. Él quiere que te levantes y le digas a la tormenta que
¡aquel que duerme dijo que jamás te dejaría!
La tormenta no puede
matarte y el que está detrás de la tormenta quiere que te mates.
Los discípulos decían
“sálvanos que perecemos”, y el que está detrás de la tormenta quiere verte así,
quiere verte angustiado, enfermo y triste.
Pero
Jesús te pregunta:
¿Por
qué teméis?
Él
se levanta para reprender la tormenta y para reprender lo que ataca tu vida.
Y
todos se maravillaban y se maravillarán de lo que puedes hacer con Jesús de tu
lado.
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