Éste domingo 12 de noviembre nuestro Obispo Justo Codocedo nos trajo un mensaje de parte de Dios, en medio de una celebracion bendecida de parte de Dios por medio de la alabanza de su pueblo, entregando con la pasión que lo caracteriza lo siguiente:

“Del enebro a la cueva, de la cueva al enebro”
1 Reyes 18: 20-21 El profeta Elías se presenta a un pueblo al que le dice “¿hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.” y Aquí comienza la historia de Elías, donde Dios le da un avivamiento tan impresionante, donde desafía a los Baales y les dice: “El Dios que responda por fuego, ése será Dios” y evidentemente que Dios es el Dios del fuego, y Elías se da el trabajo de matar 400 Baales.
Y el milagro que ocurrió no era para Elías, sino que para los Baales. Y
después de éste gran avivamiento era para ir y mostrar lo que Dios
había hecho, pero Elías se deprime.
1 Reyes 19:4
Y
él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de
un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la
vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
Elías se sienta bajo un enebro, no deja de orar, no se olvida de Dios, pero le dice a Dios “mátame”, nosotros siendo sauces, árbol plantado junto a corrientes de aguas (llenos de propiedades) nos sentamos bajo el enebro. El
enebro es un árbol que nosotros creamos donde nos lamentamos y lo
tenemos ahí guardado y nos olvidamos del enebro cuando todo está bien,
cuando estamos en nuestra zona de confort, pero cuando aparecen los
problemas, cuando hay alguien que nos hace la vida
imposible, volvemos al enebro, vuelve el sauce al enebro.
Lo peor es
tomar decisiones bajo un enebro, cada vez que decimos “no quiero seguir”
está hablando la sombra del enebro, porque bajo el enebro ya no quieres
seguir, te quieres morir. Y lo peor al estar debajo del enebro es dejar
de hablar con Dios y comenzar a hablar con el hombre. El enebro
despierta los pensamientos más oscuros.
1 Reyes 19:6-7
Entonces
él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y
una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
El ángel de Jehová le dice come, que todavía no termina tu ministerio, porque cuando estamos bajo el enebro no vemos nada, no vemos más allá, no vemos lo que Dios nos ha permitido lograr… ¡COME PORQUE TU MINISTERIO AÚN NO TERMINA!

Juan 1:48
“Le
dije Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes
que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.”
Ése es el lugar del sauce, bajo la higuera; es ahí donde encontramos la revelación y la sabiduría.
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